La cápsula del tiempo 2210: “Una forma distinta de hacer historia”

“No sé con qué se luchará en la tercera guerra mundial, pero sí sé con qué se combatirá en la cuarta: con hachas de piedra” No pude dejar de pensar en estas palabras de Einstein que, con variantes, han llegado hasta nuestros días. Y eso es porque, como buen lector de ciencia ficción, imagino escenarios en los que, dentro de 200 años, no haya una civilización tecnológicamente adelantada como para saber qué hacer con la cápsula del tiempo que se está creando. Pero ése es el peor de los escenarios. En el mejor, dentro de 200 años habrá gente que pueda conocer qué sucedió 200 años atrás, o sea hoy. De ahí a que los interpreten correctamente… esa es otra historia.

En realidad, siguiendo con el razonamiento, y recordando algún cuento o novela cuyo nombre no recuerdo (aunque casi seguro que el autor era Orson Scott Card), lo más probable es que esta cápsula del tiempo recién pueda abrirse cuando la civilización que la encuentre esté tecnológicamente avanzada como para poder hacerlo. Pero… ¿de qué estoy hablando?
De una idea de Julián Gallo que la Ciudad de Buenos Aires y Telefónica de Argentina (a un costo/inversión de 2 millones de pesos… la Ciudad no sé cuánto va a poner), con el apoyo de Clarín y Taringa, se puso en marcha el lunes pasado: La cápsula del tiempo 2210.
Se trata de un “torpedo” de titanio que se va a abrir el 25 de mayo de 2210, al mediodía. Hasta ese entonces, va a estar en exposición en algún lugar que el GCBA todavía no decidió (se habló de enterrarlo, pero parece que el tramiterío es infernal, así que se desistió de la idea).
Ahí en el MALBA, Julián presentó el proyecto. La gente puede subir el contenido al sitio www.capsula2210.com hasta el 8 de octubre y una vez cerrada la subida, se va a grabar todo en 500 blu-ray (o hasta que se llegue a 12.000 gigas)
Va a haber un espacio público (lo ven todos) y uno privado para subir los contenidos, que no se va a ver sino en 200 años. Además, un espacio para “pensar el futuro” en el cual hay una imagen animada según las horas del día, de una posible Buenos Aires basada en edificios que han aparecido en distintas películas y series del futuro, y uno para contestar una entrevista interactiva.
Telefónica pone el datacenter en el que se va a almacenar toda la información mientras se recopila.
“Es una forma distinta de hacer historia. Esta vez no es la escrita por los grandes héroes sino por los protagonistas de todos los días, el gran personaje anónimo que somos. Y queríamos ser parte de este legado” terminó Julián.
Hernán Lombardi, el Ministro de Cultura del GCBA, calificó a la cápsula como “uno de los acontecimientos más significativos del bicentenario. Un lugar donde se articula el infinito pasado con el infinito futuro.”
Se preguntó cómo nos van a imaginar en el futuro y qué queremos que encuentren en ese entonces. Y eso implica una edición basada en la pregunta “qué quiero decir de mí, de mi familia… parece inocente hasta que uno tiene que responder” sostuvo Lombardi, y concluyó: “No es un lugar para guardar cosas, sino un compromiso de reflexión”.
Estaba también Ramón Ponce Gil, Director Corporativo de Comunicaciones e Imagen del Grupo Telefónica, quien sólo señaló la participación del grupo y luego, en un aparte, mencionó la inversión de 2 millones de pesos que van a hacer en el datacenter para este proyecto. También estaba el Jefe de Gabinete del GCBA Horacio Rodríguez Larreta, que se fue sin hacer declaraciones.
A mí me surgieron varias dudas. Por un lado, si después de apenas 15 años no puedo leer los archivos que alguna vez escribí en WordStar ¿quién me garantiza que dentro de 200 años los contenidos de los blu-ray (formato sumamente propietario, dicho sea de paso) van a poder ser leídos? Según Julián, junto con los blu-rays va ir un disco analógico de zinc con las instrucciones para fabricar un reproductor.
Por el otro, ¿alguien puede garantizar que los links de las páginas web que se suban seguirán vivos? (¿o es la excusa de Taringa para zafar? ¿o quizá aprovechen que dentro de 200 años los derechos de autor hayan, con toda probabilidad, caducado?)
Desafío a cualquier autor de ciencia ficción que lea esto a imaginar qué puede hacer, dentro de 200 años, un arqueólogo (o psicohistoriador) que encuentre esta cápsula. Puede llegar a ser mooooy divertido.