¿Adónde va el libro cuando se apaga el ebook reader? Probablemente este problema cuasi metafísico sea una de las razones por las cuales el amante del libro en papel desconfía (por decir lo menos) del ebook reader. ¿Cómo se llamaba esa novela en la que había una disciplina que se llamaba psicohistoria y un personaje que se llamaba El Mulo? Amigos que conocen mi afición por la ciencia ficción se desesperan por mi falta de memoria para los títulos. Estas y otras divagaciones me surgieron de la lectura de la nota de tapa del suplemento Radar de Página|12 aparecida este domingo.


¿Adónde va la luz cuando se apaga? Fue la primera analogía que se me ocurrió mientras leía la profusa nota dedicada a los libros electrónicos, publicada este domingo pasado en el suplemento Radar, de Página|12.
Ahora tanto Amazon como Barnes & Noble han sacado versiones económicas de sus lectores de libros electrónicos (Kindle a U$S 139 y Nook a U$S 149, respectivamente). Al mismo tiempo, la primera anunciaba que por primera vez en su historia, se habían vendido más libros electrónicos virtuales que reales. Por lo tanto, venía bien hacer una actualización acerca del estado del negocio y de las condiciones de potencial adopción del e-book en reemplazo (siempre potencial) de los libros de papel.
Por supuesto, como siempre sucede en estos casos, especialmente cuando el o los que escriben no son enteramente especialistas en el tema, hay una buena parte de mitos e inexactitudes, así como de buenas cuestiones que se plantean y que pueden dar origen a debates sumamente interesantes. Un ejemplo de esto último es la pregunta implícita en la frase que descerraja el autor del artículo central, Juan Ignacio Boido: “La noción de libro es más amplia que su soporte”; es decir ¿qué es verdaderamente un libro? ¿Es el contenido, las palabras que contiene, la historia que cuenta? ¿o es ese amasijo de papel y cartón que llamamos libro? Con la aclaración adecuada: *hoy* es un amasijo de papel y cartón pero antes fue un rollo de pergamino y, al mismo tiempo, es un cassette de audio grabado para una biblioteca para ciegos.
Más interesante y, por ello mismo, más controvertido, es la subnota escrita por Román Gubern con el título Diez cosas que odio sobre ti. Allí, como buen conservador, señala 10 razones por las cuales el libro en papel es mejor que el libro electrónico. Aunque no lo dice así e incurre, por cierto, en algunos errores ya, a esta altura, típicos del desconocimiento. Por ejemplo, en el tercer punto señala que “El libro electrónico se opone al libro entendido como objeto de diseño gráfico. Es cierto que las vistosas fundas de los discos de vinilo no frenaron a los menos atractivos CD, pero el culto sentimental a la discografía de vinilo todavía se resiste a morir.” No creo que el vinilo se mantenga por la gráfica de sus tapas. Y además, ¿porqué no mencionar las tapas de Axxón donde el recordado Rodolfo Contín había creado algoritmos que permitían imágenes aleatorias que nunca se repetían? Sólo posible con la animación/animidad de la electrónica digital.
En el punto 6 sostiene que “La luz incidente permite leer una página de papel, pero una luz incidente intensa puede convertirse en un inconveniente para leer una página electrónica”. Lo que era cierto antes de las pantallas de “tinta electrónica” (E-Ink en la jerga) que no tienen reflejos.
A esto agregaría que la tecnología involucrada le permitiría a los olvidadizos como yo, tener acceso a una búsqueda donde poner, por ejemplo, “psicohistoria” y “Mulo” y llegar a encontrar “Fundación e Imperio” de Isaac Asimov como resultado, en lugar de empezar a recorrer con la vista los estantes de una biblioteca a ver si alguno de los títulos que leemos nos “resuena” de algún lado. Y debo mencionar, finalmente, el comentario de mi mujer en el sentido que con el ebook se ahorraría no sólo todo el espacio que pueden ocupar cientos de libros sino también la necesidad de mantenerlos sin polvo ni polillas.
Pero en definitiva estoy convencido de que el principal escollo a la popularización (ya que no masificación) del ebook no es ni su precio (aunque es un dato importante), ni su tecnología ni su “competencia” con el libro de papel, sino la ausencia de un modelo de negocios rentable o, más exactamente, el temor de las grandes editoriales y librerías de perder gran parte de su negocio.
Pablo Avelluto, director editorial de Random House en Argentina, citado en la nota de Boido, dice que “Hoy, Amazon es la librería con mayor oferta de títulos, con el dispositivo más vendido, que a su vez fijó el precio de 10 dólares por libro virtual, un precio muy por debajo de lo que le paga a la editorial. Pero el dinero que Amazon pierde vendiendo barato lo recupera con creces mediante la venta del Kindle. Esa venta a pérdida, conocida como dumping, está prohibida, por ejemplo, en Argentina”.
Más allá de que dudo mucho que Amazon le pague a las editoriales menos de lo que corresponde —por su tamaño es muy probable, por el contrario, que sea Amazon la que fije los precios, tal como lo hacen los supermercados en la Argentina— lo cierto es que lo que plantea Avelluto me sugiere que el modelo de negocios de la librería virtual puede estar más cercano al de las impresoras. No creo que sea descabellado pensar en vender el dispositivo barato, para asegurarse luego la venta regular y permanente de los libros, tal como se hace en el caso de las impresoras y sus insumos.
Y, lo más aterrador, es que el ebook permite algo que difícilmente las grandes editoriales toleren: que el autor le entregue al lector su libro… ¡directamente! Si hoy se escribe en un procesador de texto gratuito (OpenOffice o Abiword) y se puede crear directamente un PDF o cualquier formato de ebook reader (con Calibre, por ejemplo), cualquier autor puede distribuir directamente sus cuentos, novelas, poemas u otras creaciones desde su propio sitio Web, sin necesidad de pasar por las editoriales.
Y ése… ése es el verdadero peligro. No otro.


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Por Ricardog

Periodista científico especializado en tecnología. Médico en retiro efectivo.

5 comentarios en «Libros electrónicos: ¿Adónde va la luz cuando se apaga?»
  1. Ricardo,

    Es justamente eso lo que me previene de pasarme a un e-book reader: yo compro los libros «para siempre», y estas tecnologías, en gral cuentan con sistemas de seguridad para la «no copia» que las vuelven desconfiables en el largo plazo.

    Pero qué bueno poder usar mecanismos de búsquedas, resumir las partes que más me gusta o dejarlas señaladas! Espero ansiosamente la tecnología que me permita pasar mi biblioteca de papel a digital (comparto las razones de tu esposa, sobre las polillas y la limpieza…)

    Me hiciste sonreir al recordar «mulo», de Isaac Asimov. ¡Qué gran idea esa de un personaje que logra «dar un salto»!

    Saludos, Josefina.

  2. Está bien, yo también compraría los libros que quisiera tener para siempre… lo que pasa es que cada vez son más los libros que quiero leer, pero menos los que quiero conservar… ¿para qué querés energía vieja atascada en tu casa?

  3. Uhhh es que tiene a cero la cantidad de libros que no quiero conservar ! Debo estar comprando pocos… (y de acuerdo con eso de no tener energia atascada)

  4. ¿Qué es esa payasada de la «energía vieja»? Si la palabra «energía» no se usa en un contexto de física o química, está mal usada. Basta de payasadas New Age.

  5. Ay, Richie, qué literal que sos…

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